Si, Marieta es más guapa, más elegante, más refinada en modales (mucho más), más prudente (ella jamás te dirá lo que piensa a ti, aunque eso sí, se lo chismorreará al resto del mundo),es más de casi todo que yo, pero aún así no sé como se las apaña para tener una vida con tan poca chispa, una vida sosa, carente de emociones, de cosquilleos en la tripa, de noches de desvelos pensando en la aventura del día siguiente, porque en su vida no hay aventuras, porque no tiene proyectos, porque no sueña ni despierta ni Fimosis.
Lo confieso, a veces, solo a veces la envidio, me gustaría tener la templanza de ella, no tener este genio que me hace perder tantas veces los papeles. Me gustaría saber morderme la lengua como ella lo hace, porque me ahorraría más de una bronca y disgustos, aprender a ser un poco hipócrita, a guardarme lo que siento. Pero… ¡¡siento tanto!! No sé donde iban a caber tantas emociones.
Mejor me quedo con mis Enlace, con mis meteduras de pata, con mis arranques de mala leche y mis ataques de huevos y con las noches de desvelo pensando en que al día siguiente voy a descubrir algo nuevo, y volveré a tener tembleque de rodillas cuando subo a un nuevo barco, y volverán mis llantos de emoción, y disfrutaré de la sensación de plenitud que me produce salir a navegar sola.
No se puede tener todo, yo no tengo su fachada, ni ella tiene mi calefacción. Esto es lo que hay, y a las dos, cada una a nuestro modo, nos va bien así. Y yo que me alegro (y ella segurísimo que también).
Por cierto, hoy Marieta ha venido a currar monísima, llevaba una falda negra igual que la que yo llevaba ayer, con una camiseta entallada del mismo color, y un bonito jersey gris perla, unos zapatos preciosos, pero la bisutería… era algo hortera (para mi gusto, claro)
No hay comentarios:
Publicar un comentario