Tenía una expresión tan deliciosamente interesada y divertida que yo no quería que se fuera, así que nos fuimos a la barra a pedirnos otra mientras yo seguía tomándola el pelo un buen rato hasta que dejé los acertijos:
- Me llamo H., pero igual no te acuerdas porque hace much..
- ¡Eres el chico de la parada del 43! ¡Estaba enamorada de tí y tenía.. tenía catorce años! ¡Todos los días pasaba por allí sólo para verte, y nunca me dijiste ni una palabra, cabrón! ¡Y no has cambiado nada!
- ¿No? Tú sí, ¡estás muchísimo más guapa! Enlace
Debían ser casi las seis, mis amigos seguían bailando a menos de diez metros y supongo que se preguntarían qué estaba pasando en la barra, donde ella me cogía de las manos para hacer que la rodeara con los brazos mientras sin dejar de sonreír me decía al oído: "He esperado demasiado tiempo para hacer esto" y se pegaba a mi y nos besábamos como si en todos estos años no hubiéramos hecho otra cosa que acumular ganas para ese momento...
El viernes pasado a mediodía teníamos en contra la amenaza de unos partes meteorológicos consistentes en recios aguaceros y carreteras cortadas, pero aun con todo eso Camisetas de futbol mucho más a favor (empezando por la ilusión), así que llenamos el maletero de mochilas y artefactos y cruzamos todos los dedos. Él cuando conoció la ruta golpeó la mesa con ambas manos y decidió con ojos llorosos gritando exaltado "¡pues vamonos!". Viajamos durante toda la tarde y ¿qué nos encontramos al llegar? temperatura casi tropical, la brisa meciendo las hojas de las palmeras, arena caliente pero sin abrasar la planta de los pies, cielo azul de punta a punta de la mirada y fresca agua salada para deshacernos suavemente, con cada brazada y cada zambullida, del estrés, del abatimiento, de los nervios, la rutina, la quemazón y el estupor del sinsentido de ver pasar las estaciones a través de las ventanas de una oficina.
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