lunes, 15 de abril de 2013

Recetas amarres eternos

El otro día, antes de marchar a V., mi hermana y yo fuimos a la peluquería. Mientras esperaba a que terminasen con ella, me dio tiempo a hojear todas las revistas del corazón que tenían en el expositor: acabé llevándome una hoja con recetas de cocina, tomé nota de la tienda de New York donde se pueden encontrar los mejores bolsos falsificados de la ciudad, Amarres asociacion -con un poco de suerte, también relojes-, para cuando se vaya I. en Octubre, y todavía me dio tiempo a echarme unas risas hojeando el Hola de esta semana, y viendo a la hermana de Paz Vega, que parece un replicante salido de Star Trek, sin moverse de la misma postura facial. Ni un huracán de Cancún podría alterarla, es una verdadera pasada... si es que en realidad era la hermana y no un maniquí maquillado para la sesión. Lo mejor de todo, de todas formas y como siempre, la familia? real? de Mónaco, quién da más Amarres?, fuente.



A la salida, pasamos por delante de la frutería, y estuvimos unos minutos hablando con Merche, la dueña -mi proveedora de los pimientos de Padrón que llevo a V.-. No sé a cuento de qué dijo una frase que se me quedó grabada: I. le preguntó si de pequeña era igual de risueña, porque tal y como era, tenía que haber sido una niña aún más feliz: cada época tiene su clase de felicidad, dijo riéndose y guiñándonos un ojo :)
Y creo que tiene toda la razón....

Pero incluso un único fin de semana puede dar tanta felicidad que te subas al tren sintiéndote tan lleno de todas las cosas grandes y pequeñas que hemos podido compartir en sesenta y cuatro horas, que lo único que desees sea recordar y escribir para tenerlas aún más presentes, como en ese momento, y ahora igual, los ojos, la sonrisa de A., o su piel junto a la mía.

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